miércoles, 29 de septiembre de 2021

Hablemos de Squid Game

Contiene spoilers.

Prólogo 

La narrativa es, en definitiva, cómo se cuenta una historia. Evidentemente qué se cuenta en una historia es tan importante como el cómo, sin embargo el cómo puede ensalzar el qué y convertir una obra sencilla en un gran fenómeno. La narrativa es, desde luego, una arma poderosa, y evidentemente gigantes como Netflix no van a dudar en utilizarla para conseguir que sus productos lleguen a un gran número de personas. Porque en las series, bajo mi criterio, es más importante el cómo que el qué, porque el qué suele estar bastante diluido o ser casi intrascendental, porque en una maraña de capítulos que se apelotonan y se convierten en temporadas que tienden a alargarse hasta el infinito, desde luego es más importante el cómo, el conseguir que la audiencia se quede enganchada el máximo tiempo posible que el qué, que generalmente, como demuestra el cine, se puede resolver en más bien hora y media. 
Y ojo cuidao, no estoy desprestigiando el cómo, la narrativa, para los que disfrutamos de las novelas de García Márquez, es en algunos casos mucho más importante que la tesis de la obra o los temas que quiera tratar, un genio de la narrativa no necesita contarte una gran historia, así como un gran cómico no necesita de un chiste elaborado o extremadamente retorcido para hacerte reír. Porque al final del día, Ignatius comienza a gritar y, si bien en ocasiones lo que grita vale oro, otras veces no tiene tanto valor y sin embargo nos reímos igual, porque Ignatius, a pesar de ser un genio del qué, desde luego su potencia es el cómo.


Ya hay un puto Funko Pop xDDD
Desde luego, si pudiera elegir tener un superpoder, sin duda sería el de la narrativa, porque simple y llanamente te puedes hacer rico sabiendo cómo contar historias. Porque existe Netflix, HBO, Hollywood, Disney y todo un ejército de empresas tratando de encontrar la fórmula perfecta para replicar Lost, para replicar Los Serrano, para replicar Aquí no hay quien viva. Y hay unos pocos elegidos, entre los que se encuentra Hwang Dong-hyuk, que saben todos y cada uno de los secretos sobre la narrativa. Sabe, por ejemplo, que una gran premisa puede ser combustible suficiente para que, al menos, quedes prendado de una serie durante una semana. Sabe, como ocurrió en La Casa de Papel, que si consigue un vestuario único y llamativo toda la gente se pondrá ese traje en Halloween o Carnaval, sabe que si los protagonistas durante la historia tienen la oportunidad de alcanzar sus deseos, la tensión narrativa será mucho más efectiva. Sabe, sabe, sabe y sabe. Y el conocimiento es poder, amigos míos, por eso no me sorprende absolutamente nada que esta serie me haya enganchado de la forma en la que lo ha hecho, hablemos un poco de El Juego del Calamar.

Acto I

La premisa es, sin duda, el núcleo de esta serie. Y es una premisa interesante porque, comentaba, encierra la principal tensión de la serie y la transforma en una serie de juegos infantiles infernales donde a cada prueba cualquier personaje puede morir. ¿Esto nos suena de algo? Claro, evidentemente estamos hablando de Battle Royal y sucedáneos, y por sucedáneos no me refiero a cualquier cosa, podríamos hablar de Saw, Sword art online, Los juegos del hambre. Sinceramente desconozco cuáles son los referentes de Battle Royale (Cube será uno de ellos, probablemente) y quizá sería injusto atribuirle el título de iniciador de esta tendencia, sin embargo sí que me parece la más relevante y la que más poso ha dejado tanto en occidente como en oriente, por esta razón me voy a permitir del lujo de concederle tal título. Sin embargo, a diferencia de, generalmente, todas las películas de culto, lo que se reivindica en Battle Royale no son los temas que trata, si no cómo los trata. En Battle Royale básicamente llevan a una clase de adolescentes a una isla desierta donde, otorgándoles armas y colocando recursos en zonas estratégicas, deben matarse entre todos ellos. Esta premisa es, sin lugar a dudas, una de las grandes premisas, si no lo más grande, que hemos disfrutado en las últimas décadas. Ya no solo por la importancia narrativa y cómo otros medios como las series, la literatura o el cine la han copiado literalmente, si no porque también ha dado lugar a infinitos juegos convirtiéndose en todo un género que ha marcado las directrices de la industria del videojuego en los últimos cinco años. Y no olvidemos, por ejemplo, que Fornite, uno de los títulos más importantes de la última década, es un battle royale. También sabemos que gracias a Fornite se ha crado la Epic Store y ha sido el primer competidor real de Valve y su plataforma Steam.














Así que una premisa, una sola premisa, ha sido capaz de trascender incluso la industria de lo cinematográfico para abarcar otros géneros como la literatura o el videojuego. Y esta premisa, literalmente escala 1:1, es la de Squid Game. Sin embargo, como comentaba, los temas de la película original no han sido tan importantes como lo ha sido su forma de contar la historia, Squid Game simplemente recoge la premisa y, aunque quizá no sea un tema tan común en occidente, el asunto de las apuestas y las loterías es un tema bastante trillado en Japón o Corea. De hecho, ya no solo es que sea el tema de las apuestas y cómo un padre de familia lo pierde absolutamente todo por sus vicios, si no que también el tipo de personaje que es el protagonista, un tipo un tanto infantil que parece más crío que sus propios hijos, que es tremendamente inocente, que en realidad alberga un gran corazón, todo eso lo tenemos por ejemplo en Umi yori mo mada fukaku. Entonces, podríamos decir que Squid Game es una mezcla entre Umi vori mo mada fukaku y Battle Royale. 
Vale Cristian, pero, ¿de qué demonios va Squid Game? Pues, como comentaba, esto no es demasiado importante. 

Acto II

La premisa de la serie nos cuenta que hay una una organización secreta que crea un juego cuyo premios son sumas desorbitadas de dinero, e invitan a jugar a gente que realmente lo necesita. Con necesitarlo me refiero a personas que han contraído tal cantidad de deuda que la única forma de que consigan sobrevivir en el mundo es ganando una gran suma de dinero. Personas que lo han perdido todo en el juego, que han perdido su trabajo y tienen que pagar una hipoteca, otros que han contraído deuda con organizaciones criminales... Cada uno con sus razon
es, todos tienen la necesidad de salvar sus vidas y las de sus familiares y la única opción que tienen es participar en estos juegos. No me paro a explicar las razones de cada protagonista porque, realmente, no es muy importante. Y no digo que no sea importante porque quiera restarle valor, si no porque la misma serie lo entiende de esta forma. Por ejemplo, a pesar de tener un mensaje pro vida celebra la muerte de los villanos y se regocija en el gore. También presenta el tema de la ludopatía y cómo afecta a las responsabilidades paternales y al final queda todo en un segundo lugar. Porque si bien durante los primeros episodios sí que hay un esfuerzo activo en presentar temas, lo cierto es que el desarrollo de los mismos queda en un segundo plano cuando llegamos al plato fuerte, que realmente son los juegos. 
Sí que hay alguna escena que me parece muy relevante en cuanto a desarrollo de personajes, por ejemplo hay una donde un hombre trajeado perteneciente a la organización invita al protagonista a participar en un juego infantil con la oportunidad de ganar dinero cada vez que gane una ronda. El hombre de aspecto de oficinista gana varias rondas y le propone al prota dejar de lado el dinero y darle una bofetada por cada ronda que gane. Al final el protagonista consigue ganar una ronda y en vez de aceptar el dinero, instintivamente, se dirige a darle una bofetada a su rival. Teniendo en cuenta que el protagonista tiene tantas deudas de las que dependen su vida o la de su madre, este acto cuenta mucho sobre el prota, cómo es un competidor nato, alguien que quiere ganar no por la recompensa si no porque tiene un ADN de jugador. Sutilezas, o no tan sutilezas, como estas hay varias, sin embargo, insisto, el plato fuerte son los juegos donde estos temas y desarrollos quedan en segundo plano.

Hay un truco narrativo que, sinceramente, creo que suma varios puntos a la serie. Es un truco bastante sencillo, pero esas genialidades se le tienen que ocurrir a alguien por muy tontas que parezcan. Aunque ya en los primeros capítulos esta organización lleva a los protagonistas y el resto de jugadores al mapa donde van a jugar, hay una norma que permite parar los juegos si todos están de acuerdo. Durante la votación lo evidente es pensar que se va a crear tensión pero que, sin embargo, evidentemente van a votar continuar con los juegos para que la serie pueda seguir tirando del hilo. Sin embargo, la votación acaba resultando negativa y los jugadores abandonan el juego. Durante el siguiente capítulo nos muestran cómo las deudas siguen creando tal presión en los protagonistas arrinconándoles para que se den cuenta que realmente solo había una respuesta posible: ganar el premio. Así que con esta jugada magistral se refuerzan las convicciones de los protagonistas y vuelven a reincorporarse al juego esta vez por voluntad propia. Vaya, qué buena jugada. Son con detallitos como estos donde se aprecia que detrás de esta serie hay un muy buen escritor muy consciente de los ritmos de la narración y la tensión.
Hay más detalles y estructuras, por ejemplo, la santa trinidad de personajes: el fuerte, el listo y el que tiene una voluntad férrea. También tiene un alivio cómico, un grupo de villanos y, por si fuera poco, también hay una narración paralela donde un policía trata de desarmar la organización. 

¿Veis por qué hablaba del cómo? Y qué cómo, eh. Ojalá escribir de esta forma para poder hacerme rico. Sien embargo, qué sería la serie si se quedara aquí. El protagonista nunca nombra a su madre o hija, el tipo listo no nombra a su madre ni a su amigo, parece que a nadie parece importarle lo que hay fuera, como si esa parte de la historia no estuviera relacionada con la actual, como si en los juegos no hubiesen ocurrido los acontecimientos previos. Y esta era la razón por la que le iba a hacer una crítica feroz antes de ver el final, el cual evidentemente me ha cerrado la boca y me ha puesto a aplaudir.

Acto III

¿Sabéis por qué no trata el tema de la ludopatía, la prostitución, o la mafia? ¿Por qué no explora más la relaciones materno-filiales, los códigos en la amistad o cualquier otro asunto? Porque la tesis de esta obra es otra distinta. Los últimos capítulos hacen un cambio narrativo tremendo y deja de ser un battle royale a un drama existencialista japonés o coreano. Se convierte en El mundo de Kanako, en Oldboy, en una peli de Sion Sono. Se convierte en otro tipo de historia, una de grandes relatos de un enfrentamiento directo entre la misantropía y filantropía, de amar u odiar al ser humano, nada más y nada menos. Además secundado por otra idea: ¿es la misma la desidia misantrópica desde la pobreza que desde la riqueza?

En los últimos compases se convierte en una narración despiadada donde el protagonista, tras ganar la gran suma de dinero, no tiene nada donde gastárselo. Encuentra muerta a su madre, su hija se ha marchado y su vida ya no le importa. Se encuentra con que lo ha perdido todo, descubre que toda su causa, todo por lo que se ha sacrificado, todas las personas que han muerto, no ha servido para nada. Esta idea de la misantropía desde la pobreza y desde la riqueza se resuelve en una escena muy emotiva donde el anciano apuesta con el protagonista si un sintecho va a recibir algún tipo de ayuda antes de perecer en la calle. 

En el último compás se expone y debate el tema principal de la serie, si la desidia y el odio hacia la humanidad son iguales desde la pobreza que desde la riqueza, si realmente el mundo es un lugar despiadado donde todos estamos condenados antes de empezar el juego. En este punto de la historia tengo algunos problemas políticos con la serie, por ejemplo me llama la atención que una producción de Netflix se anime a hacer una crítica tan despiadada hacia el capitalismo, enseñándonos al comienzo cómo el sistema contempla que haya gente que se quede fuera y deshumanizando a los ricos y convirtiéndolos en villanos maniqueístas cuya única motivación es beber copas de champagne mientras miran cómo los pobres se matan entre sí. Cómo diseñan trajes y máscaras para que se vendan por millares y sin embargo tratan de convencernos de que están de nuestro lado, que son antisistema. 
Sin embargo, como he insistido en infinitas veces, en esta serie no es tan importante el qué, si no el cómo, y esa escena final del protagonista abandonando el vuelo para ver a su hija y decidiéndose a enfrentar a la organización de señores ricos, es muy poderosa porque estamos ante la creación de un antihéroe, de un Batman, de un Oldboy.

Son tres actos los que componen esta serie:

Acto 1) La clásica historia del ludópata de gran corazón que lo pierde todo víctima del despiadado sistema capitalista.

Acto 2) Una mezcla entre Battle Royale y Saw que y una trama detectivesca que se van volviendo ambos cada vez más oscuras hasta que unos acaban con dos amigos intentando matarse entre ellos debido a que persiguen salvarse a sí mismos.

Acto 3) El protagonista enfrenta su concepción de la vida filántropa a la misántropa de los tipos que les encerraron en el juego y acaba convirtiéndose en un antihéroe deseoso de venganza.

Conclusión

La serie, la verdad, me ha gustado mucho. No inventa la rueda, desde luego, no va a conseguir que nadie salga a la calle a quemar contenedores porque nos obligan a estudiar decenas de años para conseguir trabajos de mierda sujetos a tablas salariales delictivas, no va a conseguir que nos planteemos que las apuestas deberían ser ilegítimas, no aporta mucho a la conversación tan importante que debemos tener hoy en día sobre si el capitalismo sigue siendo un sistema sostenible. Sin embargo, coge algunos elementos que no habían sido mezclados hasta ahora, y crea un Oldboy battle royale con tintes de drama familiar japonés que sin duda me juntos forman un todo muy potente que no va a dejar indiferente a nadie. Qué lástima, sin embargo, que siempre hablen del que lo ha perdido todo en el juego, de quien ha contraído deudas imposibles por apostar, de una adolescente con todos clichés de adolescentes problemáticos habidos y por haber. Porque realmente no necesitamos recurrir a extremos para demostrar las fallas evidentes del capitalismo, nuestros hijos serán criados por nuestros abuelos y nosotros trabajaremos infinitos años para sobrevivir en un sistema que asfixia. No podemos pedir hipotecas porque a dos por tres nos anuncian que se avecina una crisis peor que la de 2007 que no va a dejar títere sin cabeza. Pagamos 500€ por una habitación en una ciudad que no es la nuestra porque hemos tenido que abandonar nuestra familia en busca de una calidad de vida que parece cada vez más lejanas. Pero estas historias no venden caretas, nadie se va a disfrazar de ti en Halloween, nadie va a hacer una producción mil millonaria sobre las sombras del capitalismo y el sistema económico actual.
Ricos haciéndose ricos contándonos que ser rico está mal.





No hay comentarios:

Publicar un comentario